Jornada VG Valladolid

Hace unos meses asistí a unas jornadas sobre Comunicación y Violencia de Género. En el folleto que tenía entre mis manos se veía la cara triste de una mujer llena de moratones y la mano de un hombre cuyos dedos tenían la forma de una pistola que le apuntaba a la cabeza. En la punta de la pistola, un ojo.

No podía dejar de preguntarme si nadie veía lo terrible y desesperanzadora que era esa imagen y hasta cuándo seguiríamos aceptando ese tipo de "inputs visuales" que muestran el maltrato y la humillación con total tranquilidad. Estamos acostumbrados, demasiado. "Es que la mujer es la víctima", me dijeron las organizadoras... Lo sé. Lo sabemos todos de sobra, pero ¿y la dignidad? ¿Y la esperanza? ¿Y la fuerza de esas mujeres? Se supone que esas jornadas se hacen para promover todo eso, para actuar en positivo. ¿Nadie se da cuenta del poder que tienen las imagenes?

Cuando salí de allí me juré que si alguna vez recibía un encargo sobre Violencia de Género iba a expresar la dignidad, la esperanza y la fuerza que tienen las mujeres que sufren el terrorismo diario del maltrato. Ellas tienen la capacidad de transformación de las mariposas, la necesidad de ser libres, de soñar y de volar... y simplemente de vivir tranquilas. Los profesionales de la salud están ahí para ayudarles a abrir la puerta que las mantiene encerradas, pero son ellas las que deben dar el primer paso. Tenemos que recordárselo siempre que podamos.

Este diseño me ha hecho sentir muy bien desde el principio hasta el final. Me he quitado una espinita y he demostrado que, igual que podemos decidir no poner conciencia en nuestro trabajo y hacer que cumpla simplemente una función publicitaria, también podemos poner el alma y unas gotitas de esperanza.

Gracias, Raixa, por ponérmelo tan fácil.